jueves, 17 de septiembre de 2009

formacion religiosa 3

Formación Religiosa – 5to año A y B – Docente Claudio Santos Chicos: a partir de la realidad que vivimos debemos proponernos un camino distinto al planificado en los encuentros, esto quiere decir lo siguiente: - por un lado recuerden que habíamos acordado una evaluación escrita antes de las vacaciones de Julio sobre los temas: “La Doctrina Social de la Iglesia” y “El Reino de Dios”. - Por otro lado en las últimas dos semanas habíamos comenzado a trabajar sobre el tema “La Dignidad del Hombre” y reflexionamos sobre realidades como la pena de muerte, la eutanasia y el genocidio. - Pues bien como les dije antes vamos a modificar el camino de la siguiente manera: 1. al regresar a clase, es decir, en el primer encuentro que tengamos vamos a realizar la evaluación sobre la DSI y el Reino. Para ello como sé, que algunos no alcanzaron a buscar el material de profundización en la fotocopiadora, en este archivo se los envío para que puedan estudiarlo. Es sencillo deberán responder el cuestionario correspondiente a cada tema y estudiarlo para la prueba. 2. durante estos días que no concurriremos al colegio, por este medio vamos a seguir profundizando sobre el tema La Dignidad del hombre, en primer lugar para ponernos al día, aquí tienen el contenido que ya reflexionamos en los últimos encuentros acerca de la dignidad (la pena de muerte, la eutanasia y el genocidio), y su cuestionario guía para que lo respondan y adjunten a la carpeta, luego deben enviarme al mail solamente la consigna final del trabajo. 3. La metodología que les propongo es primero la lectura del material y luego responder al cuestionario guía que nos permitirá afianzar conocimientos concretos y al mismo tiempo reflexionar sobre la realidad y nuestra cosmovisión cristiana. 4. mi dirección de mail es claudioangelsantos@gmail.com , si tienen alguna duda sobre los temas y quieren consultarme pueden hacerlo a esta dirección. Tema: La Doctrina Social de la Iglesia 1. La Doctrina Social de la Iglesia Desde sus inicios, la Iglesia ha enseñado que el mensaje moral de Jesucristo entraña unas consecuencias morales tanto para la vida personal como para la vida social de los seres humanos. (CEC, n.° 3). La enseñanza social de la Iglesia ha estado presente a lo largo de la historia de la Iglesia con los principios morales enseñados, en primer lugar, por Jesucristo, después por los Apóstoles y, luego, por el Magisterio de la Iglesia a través de los siglos hasta nuestros días, como aplicación práctica de aquellos principios morales a las diversas circunstancias de tiempo y de lugar. Junto a esta presencia perenne de las enseñanzas morales inspiradas en el Evangelio, es indudable que en el siglo XIX se producen ciertos acontecimientos que acabarán por configurar la moderna Doctrina Social de la Iglesia (en adelante la llamaremos DSI). Con la llamada Revolución Industrial, se originaron grandes cambios sociales y económicos, que trajeron consigo una mayor producción de riqueza, pero también nuevas y extensas formas de pobreza. Es entonces, en torno la llamada «cuestión obrera, cuando empieza a formarse el conjunto enseñanzas que han configurado la moderna DSI. La DSI pertenece al ámbito de la Teología, o estudio de Dios y del hombre en relación con Dios, y más en concreto, a la Teología moral que trata sobre la moralidad de las acciones humanas, la ley moral, conciencia, la libertad, tanto en lo personal como en su importante dimensión social, etc. El fin de la DSI no es otro que el de la Iglesia misma: llevar a los seres humanos hacia Dios, anunciar la Buena Nueva traída por Jesucristo, que tiene tan importantes consecuencias para vida social. En resumen, la DSI se puede definir así: es el conjunto de enseñanzas, propuestas por el Magisterio de la Iglesia, acerca de 1as exigencias morales que debe cumplir el orden social, a la luz del Evangelio. Ante los graves problemas de orden social que, con características diversas, existen en toda América, el católico sabe que puede encontrar en la DSI la respuesta de la que partir para buscar soluciones concretas. Difundir esta doctrina constituye, pues, una verdadera prioridad pastoral. 2. Fuentes y contenidos de la Doctrina Social de la Iglesia 2.1. Fuentes Como en el resto de la teología moral cristiana, las fuentes de la DSI son la Sagrada Escritura y la Tradición de la Iglesia (integrada en gran parte por los escritos de los Padres de la Iglesia). A ellas hay que añadir las enseñanzas del Magisterio de los Papas y de los obispos en comunión con la Santa Sede. Finalmente, la DSI emplea también, para considerar la realidad social, las aportaciones de algunas ciencias humanas, como la Filosofía social, la Economía, la Antropología, etc. 2.2. Contenidos En la DSI hay contenidos permanentes (más directamente vinculados a la revelación, es decir la Palabra de Dios y la tradición), y contenidos cambiantes (que dependen de las circunstancias históricas). De este modo, en el desarrollo de la DSI hay continuidad —porque la DSI siempre se basa en el depósito de la revelación, válida para todos los tiempos— y renovación —porque va progresando cada vez más en la comprensión del depósito de la revelación y porque lo aplica a las nuevas realidades históricas, que son mudables-. Por ejemplo, la encíclica Rerum novarurn (1891) contiene enseñanzas permanentes sobre la dignidad y los derechos de los trabajadores, y la Laborern exercens (1981) profundiza en la doctrina cristiana sobre el trabajo y la aplica a la empresa moderna. Así, <(la Doctrina Social de la Iglesia, como desarrollo orgánico de la verdad del Evangelio acerca de la dignidad de la persona humana y sus dimensiones sociales, contiene principios de reflexión, formula criterios de juicio y ofrece normas y orientaciones para la acción» (CEC, Compendio n.° 509). En la DSI se distinguen tres tipos principales de contenidos: - Principios de reflexión: señalan los principios básicos sobre los que se edifica la vida social - Criterios de juicio: permiten valorar las situaciones concretas y derivan de los principios de reflexión. - Directrices de acción: orientan la acción de los cristianos para resolver problemas sociales. Apliquémoslo a un caso concreto: - Principio de reflexión: los bienes de la tierra son para provecho de todos los hombres. - Criterio de juicio: la enorme desigualdad entre latifundistas poderosos y campesinos empobrecidos presente en muchos países, debería ser corregida porque es injusta. - Directriz de acción: la iglesia sugiere, entre otras cosas, promover las cooperativas y facilitar el acceso al crédito a los campesinos pobres. (consejo pontificio, Justicia y Paz, 1997). 3. La Doctrina Social contemporánea 3.1. La DSI a partir de la Revolución Industrial del siglo XIX Como ya se ha dicho, fue a finales del siglo XIX cuando, a raíz de la Revolución Industrial, se plantearon problemas inéditos. Del encuentro entre el Evangelio y la sociedad industrial surgió la moderna DSI, centrada en la llamada cuestión obrera (la situación del proletariado, maltratad por el sistema capitalista de la época). Más adelante, la DSI ha ido ampliando su perspectiva ante la aparición de nuevos problemas, como la justicia en las relaciones económica internacionales, los totalitarismos, el desarrollo sostenible, la promoción de la mujer, la ecología, las amenazas a la estabilidad y derechos de la familia, etc. Hoy, pues, la cuestión social abarca un mayor número de materias y problemas. 3.2. Los principales documentos de la DSI Un recorrido rápido por los principales documentos sociales del Magisterio muestra el desarrollo histórico de la DSI: - En 1891, el Papa León XIII publica la encíclica Rerum novarum documento fundamental de la DSI. El Papa denuncia los abusos contra lo obreros, establece la doctrina del salario justo y condena la solución propuesta por el marxismo como contraria a la libertad humana. - El sistema capitalista primitivo sufre una grave crisis con la Depresión de 1929, que trae profundos cambios sociales. Pío XI, en la encíclica Quadragesimo anno (1931), recuerda los principios enunciados por León XIII y los aplica a la nueva situación, marcada por los abusos de los grandes poderes financieros y los conflictos económicos entre naciones. - Pío XI tuvo también que salir al paso de la implantación de los totalitarismos de la época, con sendas encíclicas: Non abbiamo bisog (1931), contra el fascismo; Mit brennender Sorge (1937), contra el nazismo; y Divini Redernptoris (1937), contra el comunismo. - Tras la Segunda Guerra Mundial, resulta cada vez más claro que los problemas sociales no se reducen a la cuestión obrera. Juan XXIII en la encíclica Mater et magistra (1961) amplía los temas de la DSI al atraso del sector agrícola, a la justicia en las relaciones entre países desarrollados y subdesarrollados, al aumento de la población, etc. El mismo Papa, en la encíclica Pacem in terris (1963) aborda los derechos humanos y la paz mundial, amenazada en aquellos tiempos de la Guerra Fría por la carrera de armamentos. - Concilio Vaticano II actualiza los principios de la DSI en la constitución Gaudium et spes (1965), que señala el desequilibrio entre el rápido progreso técnico y los temores que suscita. Además, el Concilio trató en otros documentos distintas cuestiones específicas: la libertad religiosa, los medios de comunicación, la educación y la cu1tura, etc. - Pablo VI afrontó los problemas del desarrollo, en el contexto de la entonces reciente descolonización, en la encíclica Populorum progressw (1967), y examinó las ideologías contemporáneas en la carta Octogesima adveniens (1971). - Juan Pablo II publicó tres importantes encíclicas sociales: Laborem exercens (1981), donde define el trabajo como la «clave de la cuestión social)>; Sollicitudo rei socialis (1987), sobre el desarrollo, ante la persistencia del atraso de las naciones pobres y Centesimus annus (1991), que revisa las cuestiones sociales tras el hundimiento del comunismo en Europa y subraya la necesidad de que las democracias se funden en los principios éticos. Juan Pablo II ha dedicado además otros documentos a temas sociales candentes: el derecho a la vida (encíclica Evangelium vitae, 1995); la dignidad y la misión de la mujer (carta Mulieris dignitatem, 1988); la familia (Carta a las familias, 1994); etc. 4. Principios básicos de la Doctrina Social de la Iglesia Hay un conjunto de principios básicos que «constituyen el verdadero corazón de la enseñanza social católica: Principio de la dignidad de la persona humana. ¡El hombre es «la única criatura a la que Dios ha amado por sí misma! La persona humana es lo más digno del universo. Goza, por naturaleza, de derechos humanos, naturales e inviolables. Estos derechos son anteriores a la sociedad y al Estado: el derecho la vida, a la educación, a fundar una familia, a la propiedad privada, a la iniciativa económica, al trabajo, a un salario justo, a la seguridad social, a ser atendido en la enfermedad, en la invalidez y en la vejez; a participar en la vida pública; a la libertad religiosa, política, de conciencia, de pensamiento, de expresión, de información, de asociación, de emigración... Principio del bien común. El bien común es mucho más que la simple suma de bienes individuales en la sociedad. Es el total de las condiciones que permiten que las personas logren su plenitud más total y fácilmente (Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, n.° 164). Estas condiciones varían según las circunstancias históricas concretas, pero incluyen elementos tales como el compromiso por la paz, un sistema jurídico justo y el proporcionar los servicios sociales esenciales. Principio del destino universal de los bienes. Los bienes de la tierra están destinados por Dios para el beneficio - de todos los hombres y además son necesarios para garantizar la autonomía y la libertad de la persona humana. De ahí nace el derecho a la propiedad privada; Por otro lado, el derecho de propiedad privada no es absoluto, y ha de ejercerse en armonía con el destino universal de los bienes de la tierra. Juan Pablo II ha señalado que la propiedad privada conlleva una «hipoteca socia1 (SRS, n.° 42). Por ello, un régimen determinado de propiedad privada no sería justo si existiesen personas que no tuvieran acceso a los bienes básicos. Principio de autonomía de la sociedad política. La DSI no se pronuncia a favor de ninguna opción política concreta, pero reconoce el valor de la democracia, en tanto garantice los derechos y las libertades propios de la dignidad humana. En cualquier caso, la autonomía de la sociedad política ha de respetar las exigencias éticas. Una ley que no respeta las exigencias morales no es nunca justa, aunque haya sido decidida por mayoría. Principio de subsidiariedad. La sociedad humana está estructurada en diversos niveles, desde la persona singular hasta el Estado y los organismos internacionales. El principio de subsidiariedad pide que se respeten las competencias propias de cada nivel, comenzando por los más básicos: el individuo y la familia. Por eso, el Estado no puede ignorar o suplantar los derechos de las personas y de las familias. Principio de solidaridad. Lleva a que cada persona o institución se sienta unida y responsabilizada con el resto de la comunidad humana. Esto implica el deber de actuar con rapidez y eficacia allí donde más ayuda se necesite. 5. Cuestiones actuales de la Doctrina Social de la Iglesia La DSI aborda los problemas sociales más actuales. Entre esas cuestiones destacan: La necesidad de proteger el derecho a la vida y los derechos de la familia. La Iglesia en los últimos años ha proclamado sin cesar la necesidad de tutelar el derecho primario a la vida desde su concepción hasta su término natural (...). Del mismo modo, hay que insistir en el deber de respetar y proteger los derechos del embrión humano. Análogamente, debe ser salvaguardada la tutela y la promoción de la familia en el matrimonio monogámico entre personas de sexo opuesto y protegida en su unidad y estabilidad, frente a las leyes sobre el divorcio (...).Así también, la libertad de los padres en la educación de sus hijos es un derecho inalienable (...)»En nuestro tiempo, el Magisterio ha tenido que insistir de modo especial en el respeto del derecho a la vida; frente a las amenazas actuales del aborto, la eutanasia y la pena de muerte, .que hoy prácticamente nunca resulta justificable (CEC, n.° 2267). La urgencia por promover la paz. «Para prevenir conflictos y violencias es absolutamente necesario que la paz comience a ser como valor profundo en lo íntimo de cada persona (CEC, n.° 2317) La paz hoy día está amenazada de forma especial por el terrorismo, con fenómenos desgarradores como los atentados indiscriminados, la acción de las guerrillas, los «secuestros express», etc. Promover la solidaridad y la justicia internacional. Fenómenos como el tráfico internacional de drogas, el contrabando, las redes tráfico de personas, la prostitución infantil, la corrupción del Estado o la coima, minan nuestras sociedades y solo pueden atajarse con una clara voluntad de cooperación internacional. El desempleo o la explotación laboral. Millones de personas principalmente mujeres y jóvenes, no pueden ejercer el derecho trabajo (CEC, n.° 2436). Paradójicamente, el desempleo convive algunos países con el trabajo infantil. El trato a los emigrantes. La emigración, motivada generalmente por la penuria económica o la discriminación política, implica dar trato humano a las personas que emigran, protegerlos de las mafias que trafican con ellos y favorecer su integración. En el plano internacional, todas las naciones e instituciones deben obrar con solidaridad y subsidiariedad, a fin de eliminar, o al menos reducir, la miseria, la desigualdad de los recursos y de los medios económicos, las injusticias económicas y sociales, la explotación de las personas, la acumulación de las deudas de los países pobres y los mecanismos perversos que obstaculizan el desarrollo de los países menos desarrollados» (CEC, Compendio n.» 518). El derecho a una vida digna para todos. Lo que Juan Pablo II llama «ecología humana (CA, n.°» 38-40) y que implica la defensa de la vida, de la familia y el acceso igualitario de todos a los servicios fundamentales: educación, sanidad, alimentación, trabajo. La contaminación medioambiental. Cada vez son más frecuentes en el mundo acciones irresponsables que condicionan el futuro de las próximas generaciones. CUESTIONARIO GUÍA TEMA: LA DOCTRINA SOCIAL DE LA IGLESIA 1- ¿Qué es la DSI? ¿Sobre qué bases se fundamenta? 2- ¿A qué ámbito de la Teología pertenece la DSI? ¿Por qué? 3- ¿Cuáles son las fuentes de la DSI? ¿Qué importancia tiene cada una de ellas en su formulación? 4- Explica por qué hay elementos permanentes y elementos cambiantes. 5- ¿Cuáles son los tres tipos de contenido que se distinguen en la DSI? Explícalos. 6- ¿Cuál fue el primer documento en que un Papa abordó la cuestión obrera? ¿Qué situación histórica lo condujo? 7- Menciona dos encíclicas que se hayan ocupado del desarrollo de las naciones. 8- ¿De qué otros temas trata ampliamente la DSI contemporánea? 9- Enuncia los principios básicos de la DSI. 10- El régimen nazi fue votado por la mayoría de la población. ¿Era por ello justo? ¿Por qué? 11- Explica por qué, por el principio de subsidiariedad, el Estado no puede suplantar a los padres en el derecho a la educación de sus hijos. 12- ¿Qué otras violaciones del derecho a la vida se dan en el mundo actual? 13- ¿Qué derechos y libertades son atacados por el terrorismo? 14- Relaciona el derecho a la inmigración con el principio de solidaridad 15- ¿A quienes corresponde el deber de llevar a la práctica la DSI? Tema: El Reino de Dios Jesús habla sobre sí mismo con lo que hace, es decir con los signos y los gestos que va haciendo a lo largo de su vida. Su prédica es el anuncio del Reino, esa es su pasión, por ella entrega cada instante de su vida, “el Reino de los cielos está cerca.” decía Juan el bautista en el desierto, anunciando la llegada del Mesías. Jesús anuncia una nueva buena, es decir la buena noticia, y esta buena noticia es el Reino de Dios ha llegado a los hombres. Ahora bien, debemos preguntarnos entonces: ¿Qué es el Reino? El Reino de Dios no es un lugar físico, cuando traducimos la palabra hablamos de el imperio (soberanía) de Dios, el Reino es Dios que reina, es decir el espacio de Dios en y con los hombres. Una soberanía desde el amor, la entrega al otro, el servicio al más necesitado, al excluido de todo, al olvidado por todos, ese es el Reino que nos trae Dios por medio de su hijo a la tierra del hombre. De esta manera Jesús rompe con las enseñanzas judías de su época, los judíos pensaban que quien cumplía con las leyes de Dios recibían como recompensa la buena salud y la riqueza y todo lo contrario, la enfermedad y la pobreza, a quienes no cumplían con ellas. En el libro de Levítico 19,2 dice “Sean santo porque yo soy santo, Dios es santo”, es decir no es impuro, por lo tanto el impuro (el enfermo, el pobre) no está en Dios y hay que alejarse. Jesús cambia esta concepción, porque Dios es santo, es misericordioso y porque es misericordioso, nunca va a abandonar a sus hijos, Dios siente ternura y es ante todo fiel, por ello Dios en la persona de su hijo, se ocupa ante todo de los enfermos, las prostitutas, los más pobres de entre los pobres, las mujeres y los niños, es decir a aquellos que vivían esa situación de esclavitud y opresión como consecuencia directa de la falta de amor de sus hermanos, “el hombre no está hecho para el sábado, sino el sábado para el hombre”, las leyes no están antes que el hombre, sino el hombre prevalece antes que las leyes, y el pueblo judío se ocupaba mucho más por cumplirlas con un corazón vacío de amor, que ocuparse con amor de sus hermanos abandonados. Jesús mismo es el Reino de Dios, Él encarna la palabra de Dios. El Reino entonces es una realidad, no es una idea, no es una utopía, es una realidad, Jesús está al lado del que lo necesita, del pecador. ¿Qué pasaría si gobernara Dios? Viviríamos una realidad concreta de amor. Nosotros debemos instalar el Reino en la realidad. El Reino de Dios trae una nueva forma de ser y pensar, una nueva forma de estar, es decir, Dios como Padre y el otro como hermano, la relación sería nueva entre nosotros, nos relacionaríamos de otra manera. El Reino habla sobre situaciones concretas (la pobreza, los oprimidos, los enfermos, las mujeres, los niños, la prostituta, los pecadores), hay una preferencia real y específica por el más oprimido, por aquel que se equivoca faltando al amor. Jesús no trae una doctrina vacía, con el Reino nos trae una experiencia sana de Dios, un Dios cercano, un Dios que tiene entraña de misericordia, el Reino se basa en la compasión, es decir, sentir con, vibrar con, hacerme cargo de ésta situación, no es lástima, ni pena, es entregarse al otro para sacarlo de su miseria y de su pecado. La iglesia de Jesús es una comunidad de testigos que anuncian y viven el Reino, es una iglesia que ama, compasiva, que se compadece, padece con, la misericordia ante todo. El cristiano es aquel que anuncia el evangelio y denuncia todo aquello que atenta contra el evangelio, es decir la Palabra de Dios y su praxis. El Reino de Dios es para todos, nadie queda fuera de él, dignifica toda situación de indignidad. El Reino de Dios es gratis, porque nos ama incondicionalmente, independientemente de lo que hacemos, lo recibimos gratis, lo damos gratis. El Reino de Dios es una praxis, una manera de vivir, es una manera de darse, es el camino real a la verdadera felicidad, es una opción, es la respuesta al llamado que Dios nos hace. El Reino de Dios está vinculado a la persona de Jesús, es decir, la pertenencia al Reino pasa por la aceptación de Jesús, aceptar y adherirse incondicionalmente y por amor a su Palabra, a su praxis, a su manera de ser, pensar, sentir y obrar la vida. El Reinado de Dios tampoco consiste en la sola práctica de la caridad, tal como se suele entender corrientemente. Es decir, si la práctica de la caridad, se reduce a mantener unas buenas relaciones interpersonales y a la ayuda al prójimo por medio de la beneficencia nos pueden hacer la ilusión de que las cosas van como tienen que ir, cuando en realidad de lo que se trata es de cambiar la sociedad que tenemos. Decididamente, las exigencias del Reino no se satisfacen mediante la sola práctica de la buena voluntad, en el sentido indicado. Hay que ir hasta la solidaridad, la igualdad verdadera, la fraternidad incondicional, en un mundo donde todos desde nuestra vida personal resguardemos la dignidad de cada ser humano, y esto implica jugarnos más allá de la beneficencia. Por otra parte el proyecto del reino de Dios es una utopía, en el sentido más estricto de esa palabra. Utopía, en efecto, según la etimología del término, es lo que no tiene lugar. Pero lo que ocurre es que la ideología del mundo actual da un paso más y va más lejos al enjuiciar a todo proyecto utópico. Porque, para el hombre de hoy, la utopía es no sólo lo que no tiene lugar, sino además lo que es imposible, lo irreal, lo puramente imaginario. De esta manera descalifica lo que le molesta y lo reduce a la nada y a lo que no puede ser. Sin embargo, la utopía se puede concebir de otra manera muy distinta, ya que se puede entender como la anticipación del futuro, de un futuro mejor, un futuro verdaderamente justo y digno del hombre. Y eso justamente es lo que pasa con el proyecto del Reino que he descrito sumariamente. Para ayudar a comprender esta idea veamos este ejemplo. Todos sabemos las condiciones en que tenían que vivir los trabajadores en Europa cuando la gran revolución industrial, a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. A aquellos hombres y mujeres les hacían trabajar hasta dieciséis o dieciocho horas diarias, con unos jornales de miseria, en pésimas condiciones sanitarias y sin seguros de ninguna clase. Pues bien, si a aquellas gentes les dicen que iba a llegar el día en que iban a tener una jornada laboral de ocho horas con el sábado y domingo pagados sin trabajar, que iban a tener además unas vacaciones anuales de un mes también pagado, que iban a tener seguro de enfermedad y de vejez, y que hasta si se quedaban sin trabajo les seguirían pagando un sueldo suficiente para no morirse de hambre, es evidente que aquellos trabajadores hubieran dicho que todo eso era una utopía formidable. Y sin embargo, esa utopía es ya una realidad en Europa, no obstante las muchas limitaciones que aún tiene el derecho laboral. Pues de la misma manera se puede afirmar, con todo derecho, que el proyecto del reino de Dios es una utopía. Es decir, se trata de un proyecto que anticipa un futuro mejor. El proyecto de Jesús es posible. Es realizable. Lo que pasa es que no se nos va a dar por arte de magia o como resultado de un prodigio que Dios realiza sin nuestra colaboración. El proyecto del Reino se hará realidad en la medida en que los cristianos tengan fe en que ese proyecto es realizable. Y sobre todo, en la medida en que los creyentes nos pongamos a realizarlo LA TAREA DE JESUS ¿Cómo es realmente posible llevar a efecto la nueva sociedad que Jesús anuncia en su proyecto, el proyecto del reinado de Dios? Hacer que toda la sociedad viva el ideal del Reino no sería posible sino a base de la imposición colectiva. Y eso no sería ya el reino de Dios, sino la dictadura de los hombres. Por eso, la pregunta que aquí nos planteamos equivale a lo siguiente: ¿Qué hizo Jesús para que el reinado de Dios no fuera sólo un ideal predicado, sino además una realidad? Nos planteamos así cuál fue la tarea de Jesús. Es decir, no nos interesa solamente lo que Jesús dijo, sino además lo que él hizo. Ahora bien, desde esta perspectiva, lo primero que salta a la vista es la sorprendente originalidad de Jesús. En aquel tiempo había diversas respuestas a la cuestión de cómo acercarse a Dios: los saduceos (clero y gente de la clase social alta) se dedicaban al culto y a las obras de la religión; los fariseos ponían todo su empeño en la fiel observancia de la ley religiosa; los esenios se entregaban a la soledad del desierto y a la piedad individual; los zelotas, por último, practicaban la revolución violenta, porque sólo de esa manera creían que se podía remediar la situación. Pues bien, Jesús no echó por ninguno de esos caminos. El, en efecto, no fue un sacerdote dedicado al culto del templo y a las obras religiosas. Tampoco fue un fariseo moralista que predicaba la observancia de la ley religiosa. Menos aún se entregó a una vida ascética en la soledad del desierto. Y, por último, tampoco fue un revolucionario violento y nacionalista, es decir, un zelota. Como se ha dicho muy bien, Jesús salta por encima de todos los esquemas, ha venido a cumplir la voluntad de Dios, norma suprema e inmediata. Y ¿cuál es la voluntad de Dios? Para Jesús la respuesta es bien clara: el bien de los hombres. Pero ¿cómo se procura, en concreto, este bien del hombre? La respuesta está en lo que fue la tarea fundamental de Jesús. LO PRIMERO QUE HIZO JESÚS Leyendo los evangelios, enseguida se comprende un hecho que en ellos está muy claro: lo primero que hizo Jesús, en cuanto empezó su ministerio apostólico, fue reunir una comunidad, es decir, un grupo de personas que iban siempre con él y vivían como él. Así aparece claramente, tanto en los evangelios sinópticos (Mt 4,18-25; Mc 1,16-20; Lc 5,1-11), como en el evangelio de Juan (Jn 1,35-51). Se puede, por tanto, concluir que el hecho de la comunidad de discípulos que Jesús reunió constituye un dato de importancia decisiva para la inteligencia del evangelio. Esta comunidad de discípulos, tal como aparece en los evangelios, era un grupo relativamente amplio. Es decir, no se limitaba sólo a "los doce". Así consta expresamente en Mt 8,21 y 27,57. Lo mismo en Mc 4,10 y 10,32. Es más, se puede afirmar que fue un grupo numeroso: setenta y dos de ellos fueron enviados por Jesús a una misión especial (Lc 10,1.17); en otras ocasiones se habla de un grupo abundante (Lc 6,17), muchos de los cuales se echaron atrás y dejaron de seguir a Jesús (Jn 6,66). En repetidas ocasiones, los evangelios distinguen netamente al grupo de la gente en general (Mt 9,10; 14,22; Mc 2,15; 3,9) Se trataba, por tanto, de un bloque de personas, diferenciadas del resto de la población, con unos vínculos que les unían muy estrechamente, como enseguida vamos a ver. Se puede, por consiguiente, hablar de una comunidad. Como sabemos, Jesús escogió a doce de entre los miembros de esta comunidad, a estos doce discípulos les confió una misión y unos poderes especiales (Mt 10,7; Mc 1,22-37; 2,10; 11,28-29.33). A ellos les comunicó el Espíritu (He 2,1ss), que el resucitado les había prometido (Lc 24,49; He 1,5.8), para que fueran "testigos" de Jesús en todo el mundo (He 1,8). De hecho, estos "doce" desempeñaron una función de primera importancia en la constitución de la Iglesia (cf. 1Cor 15,5). La tarea de Jesús fue, por tanto, formar una comunidad de discípulos. UNA COMUNIDAD… ¿PARA QUÉ? ¿Qué pretendió Jesús al formar la comunidad que constituyó en torno a sí? ¿A qué se orientó, por tanto, la tarea de Jesús? La comunidad como alternativa. Sencillamente, ofrecer una alternativa al modelo de convivencia y de sociedad en que vivimos. Frente a la convivencia y a la sociedad basada en el tener, el poder y el subir, Jesús ofrece la alternativa de la comunidad cristiana, basada en el compartir, el servicio y la solidaridad. Por supuesto, la pequeña comunidad cristiana no puede ser una alternativa al conjunto de la sociedad en cuanto tal. Porque para eso hace falta la mediación política. Pero la comunidad cristiana tiene que ser una alternativa válida a los principios y valores sobre los que se asienta la sociedad y el sistema vigente. A partir de los principios y valores que propugna la comunidad cristiana, se debe organizar la actuación política de los cristianos. Por consiguiente, queda claro que la tarea fundamental de Jesús consistió en la formación de la comunidad. Esto quiere decir, obviamente, que Jesús vio claramente, desde el primer momento, que lo más urgente para la implantación del reino de Dios es la existencia de la comunidad cristiana. Ni las prácticas religiosas por sí solas, ni la observancia de la ley por sí sola, ni la ascesis individual por sí sola, ni tampoco la revolución violenta por sí sola son instrumentos adecuados para la implantación del reinado de Dios. Sólo cuando los hombres se ponen a hacer comunidad, reproduciendo el modelo de la comunidad de Jesús, se puede decir que estamos construyendo el reino de Dios. He aquí lo que debe constituir la tarea fundamental de todo cristiano. CUESTIONARIO GUÍA TEMA: EL REINO DE DIOS: ¿En qué consistía la predicación de Jesús? ¿Cuál es la buena nueva de Jesús? ¿Qué es “El Reino de Dios”? ¿Qué no es el Reino de Dios? ¿Qué concepciones judías equivocadas de Dios y la religiosidad, Jesús rompe con su anuncio? ¿El Reino de Dios en qué se basa? Nombra algunas características del Reino de Dios. ¿Por qué el Reino de Dios es una utopía? Cuando hablamos acerca de la originalidad de Jesús. ¿Qué entendemos por ella? Para Jesús: ¿En qué consistía hacer la voluntad del Padre? ¿Cuál fue la primera tarea que realizó Jesús en su hora apostólica? Descríbela. ¿Qué pretendió Jesús al construirla? ¿Por qué es lo más urgente a la hora de construir el Reino? ¿Todos los cristianos construimos el Reino? ¿Por qué, acaso a eso no somos llamados? Explica la relación existente entre El Reino de Dios y la DSI. Nota: hasta aquí el material de estudio para la prueba. A partir de este punto, contenido y trabajo guía de profundización de los últimos 2 encuentros para adjuntar en la carpeta. Tema: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA El principio central de la Doctrina Social de la Iglesia Hasta mediado el siglo XX no se ha tenido claro cuál es el principio central de la Doctrina Social de la Iglesia (DSI) Las opiniones hasta ese momento eran diversas: • Unos mantenían que el principio central era la propiedad, porque todas las criaturas de la tierra para sobre ella se fundamentaban las dos grandes ideologías contemporáneas: el capitalismo liberal y el socialismo colectivista. • Otros sostenían que era el trabajo, pues las enseñanzas de la Iglesia trataban de proteger y dignificar la situación del obrero en la nueva era industrial. • Finalmente, algunos autores enseñaban que era la justicia, ya que el Magisterio de la Iglesia, al mismo tiempo que denunciaba las injusticias de los modernos sistemas económicos, reclamaba un orden social mucho más justo. Como se ve, todas las propuestas sobre el principio central de la DSI estaban conectadas con los conceptos de la época, en especial con el influjo del pensamiento marxista. Hoy es ya sentencia común, afirmada de modo expreso por los Papas, que el principio central de la DSI es la dignidad de la persona humana. “Las Sagradas escrituras enseñan que el ser humano ha sido creado a imagen y semejanza de Dios, capaz de conocer y amar a su Creador, y ha sido puesto por Él como señor de todas las criaturas para mandar sobre ellas y usarlas dando gloria a Dios” 2. Igualdad de todos los seres humanos La igualdad radical de todos los hombres es un principio de la antropología cristiana basado en la dignidad de la persona humana. 2.1. Igualdad entre el varón y la mujer Consecuencia lógica de la concepción cristiana del hombre como persona es la igualdad del hombre y la mujer. En la narración bíblica de la Creación se dice con claridad que Dios creó al ser humano a imagen suya, a imagen de Dios lo creó, macho y hembra (Gn 1, 27). Con estas expresiones se destaca la igualdad más radical entre los dos seres, solo diferentes en el sexo (ish = «varóna e isáh = «varonat). La otra narración (Gn 2, 21), que explica cómo la mujer es formada de la costilla del hombre, es una imagen mediante la cual el Autor Sagrado insiste en la igualdad entre el hombre y la mujer, pues ambos son de la misma carne. Más tarde, el transcurso de la historia ha traído consigo diversas formas culturales que establecen una posición dominante del varón, sin que por ello el pensamiento católico haya dejado de insistir una y otra vez en la igualdad esencial del hombre y de la mujer. 2.2. Igual dignidad de todos los seres humanos A partir de la igual dignidad esencial del hombre y de la mujer, la antropología cristiana afirma la igualdad radical de todos los hombres. Tal dignidad proviene del hecho de ser persona humana, es decir, ser hombre o ser mujer y no por ser tal hombre o tal mujer. Y de esta dignidad derivan los llamados Derechos Fundamentales del Hombre, que fueron proclamados por la ONU en 1948 y se formulan en las Constituciones de la mayoría de las naciones del mundo. 2.3. Diversidad individual de los seres humanos La igualdad radical de todos los seres humanos, por el hecho de ser todos ellos personas, no se contradice con la diversidad individuaL Algunas de las diferencias individuales vienen dadas por la propia naturaleza; por ejemplo, ser hombre o mujer; y hay también diferencias son adquiridas; por ejemplo, las que derivan del ejercicio de las diversas profesiones. Estas diferencias en sí mismas no son injustas; se transforman en desigualdades injustas cuando a las diferencias individuales se añaden diferencias sociales que implican una mengua en la dignidad de la persona. Por ejemplo, sería injusto discriminar a las personas el sexo o la religión que profesan. 2.4. La Doctrina Social de la Iglesia condena las desigualdades injustas Es injusto que no todos los hombres gocen de los derechos fundamentales. La DSI condena las escandalosas desigualdades sociales que existen en el mundo, tanto entre los habitantes de una misma nación como entre los países pobres y los países ricos. Las encíclicas sociales recogen duras expresiones que denuncian esas injustas situaciones. Y el Catecismo de la Iglesia Católica afirma: «Existen también desigualdad escandalosas que afectan a millones de hombres y mujeres. Están en abierta contradicción con el Evangelio (CEC, n.° 1938). 3. Atentados contra la vida humana Como ya se ha dicho, la época actual, en medio de sus adelantos, es también paradójicamente la época del rebajamiento del hombre a niveles antes insospechados, de un desprecio por los valores humanos que jamás se había conocido. 3. 1. La Pena de muerte La Iglesia católica insiste en que se debe llegar a una situación legal y social en la que no se aplique nunca la pena de muerte. Esta misma enseñanza se recoge en la edición definitiva del Catecismo de la Iglesia Católica. Reconoce que hoy día es prácticamente injustificable el recurso a la pena de muerte ((con las posibilidades de que dispone el Estado para reprimir eficazmente el crimen haciendo inofensivo a quien lo ha cometido> (CEC, n.° 2267 y Compendio, n.° 469). 3.2. Los genocidios El genocidio* es el exterminio sistemático de un grupo de personas por motivos religiosos, raciales, políticos, etc. En el siglo XX la humanidad ha conocido algunos de los mayores genocidios de toda su historia. 3.3. La eutanasia Un nuevo problema ético se va extendiendo en nuestra época, la eutanasia*. La palabra eutanasia deriva del griego eu (bueno) y tanatos (muerte), significa, pues, «muerte buena» o «muerte dulce». La eutanasia pretende evitar no solo las dificultades del trance de la muerte, sino también las dificultades especiales derivadas de algunas enfermedades. Algunos, muchas veces formando asociaciones influyentes, defienden la eutanasia como el «derecho a una muerte digna» y piden su aceptación y legalización, al menos para casos en los que un paciente, debido a sus graves dolencias físicas o morales, no quiera ya seguir viviendo. La solución moral al tema de la eutanasia pasa por la aceptación de estos dos principios: • El hombre no es dueño de la vida que ha recibido de Dios. Solo Él es el dueño de la vida del hombre en toda circunstancia, desde la concepción hasta la muerte. Así lo formula la Biblia en el libro del Deuteronomio:”Ved ahora que Yo, solo Yo soy, y que no hay otro Dios junto a mí, Yo doy la muerte y doy la vida”. (Dt, 32, 39). • El enfermo tiene derecho a morir con dignidad. En efecto, si el hombre tiene el derecho y el deber de llevar una vida digna y de llevar con dignidad la enfermedad, también tiene derecho a morir dignamente. Por ello, el enfermo grave, y los médicos que le atienden, no están obligados a asumir medidas extraordinarias que alarguen su vida de forma artificial y que son, en el fondo, un ensañamiento terapéutico. En todo caso, no es lícito tomar medidas directas para acabar con la vida de un ser humano débil o enfermo, de forma que la eutanasia es siempre gravemente ilícita. Esta es la enseñanza oficial del Magisterio de la Iglesia en la encíclica Evangelium vitae. No hay muerte digna sin amor, un amor que acompañe al enfermo hasta el minuto final, sin amor que acompañe sólo hay muerte, la muerte natural supone aceptación y acompañamiento desde el amor. CUESTIONARIO GUÍA TEMA: LA DIGNIDAD DE LA PERSONA HUMANA ¿Cuál es el centro de la DSI? ¿Por qué? ¿En qué se fundamenta la igual dignidad que tienen el hombre y la mujer? ¿Cuándo y por qué son lícitas ciertas diferencias de tipo natural o funcional? ¿Qué dice la Iglesia acerca de las desigualdades injustas? ¿Qué influencia tiene la sociedad, estructuralmente hablando, desde los diversos sistemas que la conforman, en cuanto a la pena de muerte? Tomando como reflexión el genocidio nazi. ¿Cuál crees que fueron las causas del mismo? ¿Cuál sería tu valoración moral desde la doctrina del Evangelio? ¿Qué es la eutanasia? ¿Qué diferencia hay con el suicidio? ¿Y con el homicidio? ¿Por qué la eutanasia es una grave violación contra la ley natural? El material que les presento a partir de aquí, es material para entregar. La consigna del trabajo es la siguiente: - una vez respondidas las preguntas que te invitan a reflexionar, elabora un slogan o título publicitario, cuyo mensaje refleje nuestra cosmovisión cristiana frente a esa realidad. - Esta tarea me la envías al mail con nombre y apellido y el curso correspondiente. Las armas del cristiano contra la violencia «Ante el terrible drama de la violencia, los cristianos confesamos con humilde confianza, que solo Dios da al hombre y a los pueblos la posibilidad de superar el mal para alcanzar el bien. Lo comprobamos en los duros años de la guerra cuando parecía que la paz era imposible. Lo comprobaremos de nuevo si realmente creemos en su palabra y si hacemos lo que nos corresponde. El resultado será una sociedad sin violencia (...). En esta lucha contra el mal de la violencia solo tendremos los resultados esperados si combatimos con las armas de] amor: Cuando el amor vence al mal, reina el amor y donde reina el amor reina la paz. Este es el desafío que debemos aceptar los cristianos, mostrando con nuestra vida que el amor es la única fuerza capaz de transformar la situación presente en una realidad donde reinen el bien y la paz.» (Conferencia Episcopal de El Salvador, No te dejes vencer por el mal, n.° 52) Analiza el texto anterior y responde a estas cuestiones: a) ¿Qué violencias se dan en el mundo de hoy? b) ¿Con qué armas lucha la Iglesia contra las injusticias y contra los diversos atentados que dañan la dignidad de la persona humana? ¿Quiénes deben participar en esta lucha? 3. Una enferma tetrapléjica Las prácticas de eutanasia,, por ejemplo, con enfermos tetrapléjicos, provocan intensos debates en los medios de comunicación. Un caso singular es el de Begoña Bejano, tetrapléjica, que lleva veintiún años con respiración asistida. El 13 de marzo de 1995 escribía: «Mi vida es, desde hace ocho largos años, malestar físico, obstáculos, limitaciones, problemas hospitalarios, familiares, burocráticos. .‘. En una palabra: sufrimiento. Pero este sufrimiento si uno llega, como yo, a entenderlo, es una lección constante que ayuda a madurar y a superarse. (...).Vivimos en una sociedad en la que priman el placer y lo material, pero el sufrimiento y la muerte vienen incluidos en la vida, forman parte de ella. Soy partidaria de luchar, no de «huir”.La mentalidad de que solo lo biológicamente bueno vale la pena, impide conocer grandes realidades humanas (...). Los defensores de la eutanasia olvidan que cada vida es única e irrepetible y tiene todo el valor posible. Si hubiese una vida sin importancia; ninguna sería importante. Analiza el texto’ anterior y responde a estas cuestiones: a) ¿Conserva esta enferma su sentido de la dignidad humana a pesar de sus graves limitaciones? b) ¿De dónde deberá sacar fuerzas un enfermo grave para enfrentarse a su situación?

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